Es pecado que una virgen ría con descaro propone la creación de una obra escénica de larga duración partiendo del lenguaje del movimiento. Presenta un universo poético basado en la figura de las emparedadas: mujeres que durante la Baja Edad Media europea decidieron autoclausurarse en pequeñas celdas dentro de los núcleos urbanos como rechazo al sistema de parentesco y géneros de la época. A partir de esta imagen, he trabajado con el propósito de construir una propuesta escénica que invite, sugiera y ofrezca un universo desde una perspectiva poética e inmersiva, evitando caer en representaciones estáticas, reduccionistas y unidireccionales. He ido buscando y generando diferentes hipótesis para generar un diálogo entre estas figuras históricas y los discursos feministas contemporáneos que me atraviesan.
Al mismo tiempo, me ha intrigado descubrir nuevas vías de mediación entre la poética del cuerpo, la poética del sonido, la poética del espacio y la poética de la luz. Desde el principio, he ido invitando a diferentes artistas para que formen parte del proyecto: Joan Cot Ros en el sonido, Iván Cascón en el espacio lumínico, Claudia Vilà y Sabrina Lescano en el espacio escénico y vestuario, y Sam Morrison en los textos. Uno de mis objetivos principales ha sido y sigue siendo generar espacios de encuentro donde cada una de estas artistas se involucren con el proceso de investigación y de creación desde sus inicios, aportando sus miradas, sus sensibilidades… dialogando directamente con la propuesta. Otros artistas que han ido colaborando durante el proceso han sido: Jordi Cardoner, Charol Stefano, Cecília Colacrai, Leo Castro y Enric Fàbregas.