Impulsos creativos, intuitivos y en cierto modo alocados, que salen de la norma y que brotan del cuerpo como el agua de una regadera. La inevitabilidad de estos impulsos nos recuerda al agua de lluvia que cae sin control, la inocencia de un niño cuando juega completamente ajeno al peligro.
Para mí, ésta es una pieza muy íntima en constante cambio y evolución. Después de haber participado en varios festivales, encuentros y ferias, ahora le damos un vuelco, replanteando algunas cuestiones de la estructura coreográfica, así como del espacio sonoro utilizado. Durante la semana de residencia en EiMa la revisitaremos y actualizaremos, para que esta prenda pueda seguir viva y en activo.